lunes, 27 de marzo de 2017

Deberíamos pensar más y jugar menos

Las maquinitas. Este término -interiorizado ya en todos los seres humanos y desde hace unos años- engloba todo aquel artilugio que distrae a cuanto ser viviente hay sobre la tierra y las posee. Entiéndase, PlayStations 3, 4, 5, 18, 24... WI, todos los juegos que necesiten pantalla e incluso tablets y hasta móviles, si exageramos un poco. 
Adultos, niños, adolescentes (no se salva ninguna edad) se idiotizan frente a una máquina e involuntariamente se vuelven un apéndice de ésta, no al contrario como se cree. Es la máquina la que domina, la que controla, la que exige: "deja que termine este nivel". 
Ese control maquina-hombre ha traído el cambio total de la sociedad. 
Empezamos por algo que ya es bien sabido y manoseado incluso: el fin de las relaciones cara a cara. Los adultos con sus grupos en las redes sociales y los chicos con... ¡las maquinitas! 
Seguimos con el cambio en el comportamiento: nos hemos vuelto más individualistas. Yo con lo mío, en mi espacio y en mi tiempo. Y ese "mío" es... una pantalla, no importa cuál.
Continuamos con la falta de concentración: los niños aprenden para el examen. Entregado el examen ya ¡ni siquiera se acuerdan de las preguntas! Los adultos sufren una aterradora pérdida de memoria, de lenguaje y de capacidad de conversación. Miembro que no se usa se atrofia, ya se sabe.
La lectura se volvió tan antigua como los dinosaurios, el cine -a no ser que se trate de juegos, legos y "aironmanes"- no llena salas, la música es ZUMBA única y absolutamente. No le hablemos a un niño, de Mozart. Preguntará si es un nuevo modelo de la PSP (Play Station por si hay algún abuelito nonagenario leyendo. Son los únicos que se salvan de toda esta historia). 
Los seres humanos hemos perdido más que ganado en el siglo XXI. Al menos aquellos que tienen una "maquinita" en sus vidas. Hemos perdido al ser humano. No conversamos (hablar lo hace cualquiera), no compartimos y, lo peor, cada vez pensamos menos. 
Ese rincón del pensamiento que se volvió ya común en cuanta guardería hay, debería ser extensivo a los adultos. Deberíamos pensar más y jugar menos. Pensemos en que la vida puede reducirse a un juego, y hasta puede ser vivida como un juego; pero... no es un juego y mucho menos una "maquinita".

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