lunes, 6 de octubre de 2014

Se me perdió el Ser

Creo que archivé mi ser de escritora en algún lugar, debajo de los "urgentes" y los "inmediatos". Mea culpa.
Me sigue pareciendo absurdo que le demos valor al hacer, sobre el ser. ¿Es más importante contestar llamadas, entrar en cuanta red social o comunidad virtual hay, estar presentes en el mundo virtual más que en el fáctico? Parecemos bichos raros si hablamos, si expresamos nuestros sentimientos, si le damos paso a las conversaciones profundas o nos reunimos a hablar del ser humano.
Perdimos la cercanía; aunque, curiosamente, ahora estamos más cerca que nunca. Ahora resulta que todos estamos en todos los sitios. Con esto de que todas las redes virtuales de comunicación están conectadas y de que todos -mejor o peor- tenemos un dispositivo móvil con el que acceder a ¡todo!, nunca hemos estado tan cerca unos de otros. Superamos barreras geográficas, raciales, idiomáticas y sociales; peeeero nunca tampoco hemos estado tan lejos. Tenemos cientos de amigos y ninguno verdadero. Leemos cientos de publicaciones y no nos enteramos de nada. Vemos cientos de canales a la vez y no sabemos de que se habla en ninguno. Globalizamos tanto la comunicación que creyendo acercarnos nos distanciamos porque todo está fragmentado. 
Nada de lo esencial importa. Nos perdimos entre tanta clave, tanto usuario, tanto número, tanta web... 
¿Recordamos el cumpleaños de nuestros amigos, los verdaderos?
¿Nos cuentan ellos sus problemas?
¿Los escuchamos cuando deciden contarlos?
¿Alguien nos oye a nosotros?

Se nos perdió el ser.