martes, 15 de septiembre de 2009

Tenemos reloj pero no tenemos tiempo... Reflexión

Me llegó un mensaje titulado: "ustedes tienen reloj, nosotros tenemos tiempo".
La aseveración la hacía (según el mensaje) un miembro de la tribu de los llamados "señores del desierto", los Tuareg. Estudiando en Francia, -Moussa Ag Assarid, nombre de este sencillo observador de la vida, natural de alguna aldea perdida en Tombuctú- nota las colosales diferencias entre el desierto y la ciudad y entre su vida y la nuestra. La principal: el tiempo. Allí hay tiempo para hablar, para "escuchar el propio corazón", para ver el cielo y las puestas de sol, para seguir el rastro del camello que busca agua...
"Ñoñez" diría un amigo mío, "fundamento" digo yo.
El entramado social  o -más bien- la falta de un entramado bien construido ha creado falsos estados de bienestar y ha borrado del mapa lo esencial: el tiempo. Ya no hablamos porque no tenemos tiempo, cuando nos escribimos todo se reduce a dos líneas de mail o a un mensaje de móvil sin vocales. Si nos llamamos estamos cada segundo con el: "te dejo porque tengo que...".
¿Cuánto hace que no escribe una carta escrita?
¿Cuánto hace que no se reúne con todos sus amigos para conversar?
¿Cuando fue la última vez que se COMUNICÓ en térmnos diferentes a web 2.0, blog, hipotecas subprime, IPhone, VAR, planning, apalancamiento, rating... y otros términos para "entendidos"?
¿Cuándo fue la última vez que llamó a alguien y le dijo "hola, qué tal estás"?
Qué razón tenía aquel "hombre azul".
Quiero tiempo, necesito tiempo, no tengo tiempo. ¡Error! Tiene todo el tiempo del mundo, lo que no tiene es cabeza para saber cómo usarlo.
Hace unos años achaqué la falta de tiempo a las prisas de la sociedad moderna, luego fue la tecnología, ahora le echo toda la culpa a la economía. ¡Qué paradoja! Sí, economizamos todo menos tiempo. Estamos tan imbuidos en salir de este "infinito atasco financiero" que nos olvidamos del tiempo que nos debemos como seres humanos.
Relojes sofisticadísimos con 18 millones de cronómetros: para escalada, para bajas presiones, para calor extremo, con piezas de uranio... Y, ¿para sí mismos? ¿Se ha inventado el cronómetro para sí mismo? ¿Se ha inventado el cronómetro para el momento de hablar con los amigos? ¿Y con los hijos? ¿Se ha inventado un crónometro para "el otro" y otro para "el yo"?


No quiero relojes, si acaso, quiero un cronómetro para medir el tiempo "verdadero", el "fundamental", el que debemos sin falta y con prontitud, saber usar: el cronómetro de nuestras propias vidas.