lunes, 30 de noviembre de 2009

La generación perdida... Pensamiento

Quisiera saber si este país nuestro de cada día se da cuenta de la generación de profesionales cualificados que está perdiendo. Ya no me refiero sólo a los cuatro millones y medio de desempleados (muchos de los cuales no son profesionales cualificados, obviamente) sino a la cantidad de personas valiosas que "no están donde deben estar". Los medios de comunicación son el reflejo de la realidad social: ahora resulta que todos son comunicadores: "grandes hermanos", "famosos adosados", "esposas, hijas, novias de..."  y que -como si fueran poco- esta gente se hace llamar "tertulianos o colaboradores".
Ello no es otra cosa que la muestra de un país en el que no se aplica la MERITOCRACIA sino la AMIGOCRACIA, la DINEROCRACIA y ya no hablemos de la anticuadísima burocracia. En todo. Tanto en el sector público como en el privado. Miles de millones se esparcen a manos llenas entre gente que no tiene la más mínima educación ni el conocimiento sobre las cosas.
Ahora bien, si eso sucede en el extremo más bajo de la pirámide social, el extremo más alto no es muy diferente. Me refiero a todos aquellos gurús, consejeros, advisers, specialists... que se elevan como adalides de un conocimiento muchas veces adquirido a través de manuales tipo Cómo saber todo acerca de... Ya está, me leo el manualito y me pagan una fortuna aduciendo que sé hacer esto y lo otro y lo de más allá. 
Y como para justificarlo, dice la gente que "todo el mundo miente en los curriculums". Pero ¿dónde se ha visto? ¡En ningún lugar honesto del mundo! ¿Que en qué país he vivido? En otro, definitivamente. Mentir en un curriculum es hacerlo todo para no trabajar. Es igual que salir a buscar trabajo rogando a Dios no encontrarlo. Es la mentira en la que más fácilmente se cae. Más -incluso- que en la de la infidelidad, creo yo.
El caso, y a lo que voy, es que tanto en la base de la pirámide como en la cúspide social, hay una falta absoluta de honestidad. No nos llamemos "primermundistas" cuando incurrimos en vicios que aún en algunas mal llamadas "repúblicas bananeras" han sido superados con creces. Somos lo que somos y mientras no estemos cada uno en nuestro sitio accediendo a él con honestidad, por méritos y conocimientos válidos, esos cuatro millones de parados seguirán estándolo y su lugar será ocupado por otros cuatro millones de vivos que viven del cuento.
¿Por qué?
Porque no se está educando y, lo peor, no se está educando para la honestidad.

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