viernes, 13 de noviembre de 2009

De angelitos, duendes y hadas madrinas... Pensamiento

¿Dónde están aquellos seres mágicos y diminutos que siempre han cumplido nuestros sueños? ¿Les habremos dado miedo? ¿Les dará miedo este mundo tan raro que hemos ido creando? ¿Estarán escondidos temblando de susto?
Quisiera volver a "sentir" sus risas inaudibles, quisiera volver a presentir sus tiernas vocecitas: las del optimismo, las de la alegría, las de la picardía. Quisiera que su lluvia de estrellas cayera sobre mí, sobre todos, otra vez.
No quiero contagiarme de la tristeza gris que hoy campa a sus anchas. Me niego a ser parte de la confabulación que los seres humanos hacemos contra la hermosa luz de la felicidad. Quiero ser feliz y como un niño con pataleta, quiero hacer la mía yo también. Me voy a tirar al suelo a gritar ¡¡¡¡quiero felicidad, quiero felicidad y quiero felicidad!! ...En el supermercado de cajeras agrias y autómatas, en las oficinas llenas de funcionarios displicentes, en los bancos de gente desolada y triste, allí estoy dispuesta a hacer mi pataleta. Una pataleta con cara sonriente, con saludo amable y con un "gracias, muy amabla" como despedida.
Quiero, con mi pataleta recuperar a mi angelito, a los duendes pícaros y de pilatunas eternas y a mi hada madrina, la que con su varita mágica me deja caer su lluvia de estrellitas.
¿Por qué no hacemos todos una pataleta por la felicidad? Quisiera que todos dejáramos de pensar en nosotros mismos, quisiera que nos preocupáramos unos por los otros, quisiera que todos fuéramos felices aún con nuestras infelicidades.
No pienses sólamente en tu empresa y el dinero que pueda producir, no pienses solamente en tu piso y en la hipoteca que tienes que pagar, no pienses sólamente en el viaje que no pudiste hacer, no pienses sólamente en que "aquellos" seres malvados que creemos que tejen los hilos, harán una telaraña para acabar con nosotros.
¡NO! ¡Gritemos por la felicidad! rompamos la telaraña de las horripilancias y sonriamos para que los angelitos y los duendes y las hadas dejen de temblar de miedo y vuelvan.
Confiemos, creamos y preocupémonos por los demás para que una inmensa lluvia de estrellas y de sonrisas ciaga otra vez en el mundo.
¡Hagamos todos una pataleta!
¿Será mucho pedir?

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