Todos a mi alrededor comparten la misma situación: desempleo. Estoy en el curso que mencioné hace unos días en una entrada anterior: "Aplicaciónes de gestión"; estudios que -al menos para mí- son realmente enredados: contabilidad pura y dura. El descanso, aunque se remite a la tradicional salida a tomar café también está dedicado al intercambio de páginas web de empleo o de ofertas. Hay cierto sentimiento de solidaridad entre los desempleados. No me gusta usar la palabra "parados" o "en paro". A mi modo de ver es algo así como decir "mantenido". Pura cuestión de imagen.
No es fácil asumir esta situación en ciertas etapas de tu vida. Comprendo perfectamente a aquellos que pasan de la década de los cuarenta, tienen responsabilidades económicas, familias que mantener y han trabajado toda su vida en cargos de responsabilidad. Como dirían los gallegos ¿"e agora que facemos?". Y agradezo no estar (del todo) en esa situación.
Está es una generación perdida -y no por falta de ideas ni de metas- sino de oportunidades y futuro.
Se me tacha, no sin cierta frecuencia, de pesimismo pero ¿quién logra mantener la sonrisa en los labios y el "talante" (nunca mejor dicho) en los tiempos que corren? Lo curioso es que aún queda quién lo logra, e incluso, nosotros mismos quienes nos encontramos en situación de "franca disponibilidad inmediata". Conozco luchadores natos que se levantan cada día a vivir sus propias batallas y ¡cada día con más ánimo!
Lo único que digo es que cuando los seres humanos tenemos situaciones comparables por alguna razón, actuamos como las manadas en el Serengueti: apoyándonos y -contadas veces- empatizando...
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