Es un hecho cultural, científico y comprobado que quien vive una situación diferente a la mayoría, bien sea de ventaja o de desventaja, se encuentra aislado. En el caso del desempleo la situación es clara y no porque lo digan los psicólogos y sociólogos sino porque la realidad así lo determina.
El proceso es casi como el de un duelo. Al principio te ves acompañado por todo el mundo asumiendo tu problema como el suyo y dándote apoyo y solidaridad. Pasado un tiempo, todas esas personas que vivieron tu situación vuelven a su vida de padres, de hijos, de empresarios, de colegas con trabajo, de... gente, en fin.
Es una situación similar a la que le sucede a la primera casada de la pandilla. Mientras las otras siguen divirtiéndose, ella se siente aislada porque ya no cuentan con ella, asumiendo que ahora su vida de pareja llena su tiempo.
Ún desempleado no es un casado, pero la similitud del rol social de -casi- desaparecidos, los coloca en el mismo plano.
Cuando eres desempleado y has hecho tus deberes anunciando tu situación a familia, amigos, conocidos, red de contactos profesionales, cuando has enviado currículos y cuando vuelves a recordar que estás ahí, terminas el ciclo y, aunque lo recorras varias veces -estoy segura que con la misma solidaridad del principio-, sigues estando solo porque los demás... ¡tienen trabajo!
Has retomado cosas que habías dejado olvidadas, has resuelto aquello que tenías pendiente, vuelves a vivir tus hobbies favoritos, reenfocas tu vida pero en solitario... Sigues siendo diferente, sigues estando aislado.
La actividad que antes te permitía relacionarte a un ritmo frenético ha descendido y ahora eres tú quien ya no pertenece al ritmo frenético de los otros.
¿De positivo? Eso que llamo aislamiento permite iniciar la búsqueda de sí mismo o mejor aún reencontrarse, concentrar energías en nuevas tareas, volcarse en situaciones que -en régimen de laboralidad- hubieran sido difíciles de afrontar, empezar nuevas historias... En fin, mil cosas.
Tiene su lado positivo pero no hay que olvidar que aunque parezcan desaparecidos, los desempleados siguen ahí. Y no por estar en otra situación son diferentes...
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